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La rosa tatuada

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29 de abril al 19 de junio de 2016

Teatro María Guerrero

Horario: de martes a sábado 20:30 horas y domingo 19:30 horas

Duración: 1 hora y 45 minutos aprox.

Encuentro con el público el 26 de mayo  al finalizar la función

Los días 19 y 20  de mayo de 2016 funciones accesibles para personas con discapacidad auditiva y visual

 

REPARTO

Jordi Collet, Roberto Enríquez, David Fernández “Fabu”, Alba Flores, Gabriela Flores, Ignacio Jiménez,  Aitana Sánchez-Gijón, Paloma Tabasco, Ana Vélez

Actores vídeo

Simón García Prieto, Claudia Portaceli Delgado, Martina Portaceli Delgado, María Ávila Sánchez

 

EQUIPO ARTÍSTICO

Vicente Molina Foix (Traducción), Carme Portaceli (Dirección), Carme Portaceli, Gabriela Flores (Adaptación), Anna Alcubierre (Escenografía), Pedro Yagüe (Iluminación), Antonio Belart (Vestuario), Jordi Collet (Música y espacio sonoro), Amaya Galeote (Asesoría de movimiento), Eugenio Szwarcer (Vídeo), Judith Pujol (Ayudante de dirección), Juan Sebastián Domínguez (Ayudante de escenografía), Carlos Díaz Llanos (Ayudante de iluminación),Cristina Martínez Martín (Ayudante de vestuario), Paula Bosch (Ayudante de vídeo), Isidro Ferrer (Cartel), David Ruano (Fotos)

Producción Centro Dramático Nacional

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Tennessee Williams nos cuenta la historia de una mujer que ha perdido a su marido y decide encerrarse a guardarle luto para siempre. Producto de una educación estructurada y tradicional está convencida de que eso es lo que hay que hacer. Ella vive según las normas impuestas sin ser consciente de que justamente esa es la causa de su sufrimiento.

Además, Serafina es inmigrante y consigue el respeto de sus vecinos con un comportamiento “intachable”. Pero poco a poco descubre la hipocresía de su vida y, sin proponérselo, afloran sus deseos no reconocidos.
Tiene que elegir entre el sexo y la muerte, entre la vida y el ostracismo. Y elige vivir, no puede dejar pasar su vida como si tuviera otra, porque no la tiene.

La obra de Tennessee Williams, reflejo de su propia vida, estaba marcada por la caída de un mundo al que pertenecía, siempre presente en sus atormentados, solitarios, reprimidos e incomprendidos personajes.
Con esa sensibilidad, el autor construye unos seres que son víctimas de sí mismos viviendo en un mundo en el que los sueños no tienen lugar, en un mundo que les impide encontrar la felicidad.

Un mundo puritano que contrasta deliberadamente con la realización de sus más ocultas pasiones, una situación que se complica cuando las inclinaciones sexuales no se corresponden con las normas establecidas por la moral conservadora por la que deben regirse.

A su vez, el autor muestra cómo esta sociedad hermética, que predica una vida austera, se salta continuamente sus propios cánones, pues no le importa abusar del débil para obtener beneficios aunque de cara a la galería todo quede justificado.

Carme Portaceli